El debatido ¿problema? cronológico

Mientras los estudios sobre la expansión fenicia fueron liderados por historiadores, como ocurrió en el siglo XIX y en buena parte de la primera mitad del XX, no hubo problemas para aceptar las fechas tampranas propuestas en los textos antiguos para las más antiguas fundaciones en el lejano Occidente. El historiador trabaja con textos, y aunque debe someterlos a una crítica concienzuda, no tiene porque prescindir de las informaciones que contienen. La divergencia se produjo, cuando, a raíz de la intensificación de las excavaciones arqueológicas en lugares que habían sido ocupados por los fenicios en el Mediterráneo central y occidental, este liderazgo pasó a los arqueólogos, cuya atención está más fijada en los restos materiales que extraen de sus excavaciones. Y estos no se remontaban, en ningún caso, a fechas tan tempranas. Se generó de esta manera una corriente escéptica que ponía en entredicho la información cronológica proporcionada por los textos antiguos. Pero, como no podía se de otra manera, las propias investigaciones arqueológicas están contribuyendo a devolvernos de nuevo la confianza sobre la capacidad de las gentes del mundo antiguo para realizar cómputos cronológicos correctos.


Las fuentes literarias.
Los textos antiguos muestran una coincidencia significativa al situar en una fecha muy temprana los comienzos de la expansión fenicia en el Mediterráneo. Dejando a un lado, los testimonios legendarios o mitológicos, una serie de tradiciones se refieren a la fundación de Gadir, Lixus y Utica en torno al 1100 a. C. Así, Veleyo Patérculo (I, 2, 3) fecha la fundación de Gadir en tiempos del retorno de los heraclidas, unos ochenta años después de la caída de Troya y menciona que Utica fue fundada en África un poco después:

Por aquella época la flota tiria que dominaba el mar fundó Gades en el extremo de Hispania, y en el término del mundo, en una isla rodeada por el Océano, separada del continente por un estrecho muy breve. Pocos años más tarde, en Africa fue fundada por los mismos Utica.


No mas tarde del año 77 afirmaba Plinio (N.H., XVI, 40; XIX, 63) que el templo de Melkart en Lixus era algo anterior al de Gadir y que Utica tenía una antigüedad muy similar:

Memorable también es el templo de Apolo en Utica donde aún se encuentran las vigas de cedro puestas cuando la fundación de la ciudad, hace 1178 años”.

Por otra parte, sabemos por el Pseudo-Aristóteles , que posiblemente recoge una noticia de Timeo, que la fundación de Utica acaeció 287 años antes que la de Cartago. Con respecto a esta última, Timeo afirma que tuvo lugar treinta y ocho años antes de la primera olimpiada que se celebró el 776 a. C., lo que proporciona la fecha del 814 a. J.C.

Estrabón (I, 3, 2) de forma menos precisa, sitúa la fundación de Gadir poco después de la guerra de Troya:

"Los fenicios navegaron por fuera de las Columnas de Hércules y fundaron ciudades, no sólo allí, sino también en medio de las costas de Libia, poco después de la guerra troyana”.

Pomponio Mela (III, 6, 46) también poco concreto, afirma que los años que tiene el templo de Melkart en Gadir se cuentan desde la Guerra de Troya:

Cerca de litoral que acabamos de costear en el ángulo de la Bética, se hallan muchas islas poco conocidas y hasta sin nombre; pero, entre ellas, la que no conviene olvidar es la de Gades, que confina con el Estrecho y se halla separada del continente por un pequeño brazo de mar semejante a un río. Del lado de la tierra firme es casi recta; del lado que mira al mar se eleva y forma, en medio de la costa, una curva, terminada por dos promontorios, en uno de los cuales hay una ciudad floreciente del mismo nombre que la isla, y en el otro, un templo de Hércules Egipcio, célebre por sus fundadores, por su veneración, por su antigüedad y por sus riquezas. Fue construido por los tirios; su santidad estriba en guardar las cenizas (de Hércules); los años que tiene se cuentan desde la guerra de Troya”.

Como ya demostrara P. Cintas, esta cronología se encuentra reforzada por las propias tradiciones orientales recogidas por Menandro de Efeso que tuvo acceso a los Anales de Tiro, o bien a una historia griega sobre Fenicia , así como por la sincronía establecida a partir de una inscripción de Salmanasar III. Si aceptamos como válida la fundación de Cartago en el 814 a. C. de acuerdo con la tradición de Timeo, no hay por que eliminar entonces la mención del Pseudo Aristóteles a la de Utica, que debió ocurrir en torno al 1101 a.C., lo que coincide con las fechas proporcionadas por Veleyo Patérculo y Plinio.

Contrariamente a la opinión de muchos investigadores estas fechas tan altas no están aisladas en el conjunto de las tradiciones literarias antiguas. Herodoto (IV, 147, 4) dice que la llegada de los fenicios a Tera se produjo ocho generaciones antes de la llegada de los lacedemonios, lo que, como ha mostrado Yu B. Tsirkin , nos lleva a una fecha de la primera mitad del siglo XI a finales del XII. Por su parte Tucídides (VI, 112) sitúa el origen de Melos, que Esteban de Bizancio atribuye a los fenicios, en una fecha similar. De esta forma, tanto para el Egeo como para el Extremo Occidente, toda una serie de indicios cronológicos no ligados a la mitología e independientes unos de otros, y algunos claramente anteriores a la época helenística, por lo que no pueden ser un artificio de tal procedencia, proporcionan fechas próximas entre el último cuarto del siglo XII y el primero del XI a. C.

La investigación arqueológica.
Respecto al extremo Occidente, donde las fuentes escritas sitúan las fundaciones mas tempranas, los recientes descubrimientos en un depósito secundario de la ciudad de Huelva revelan sin ningún lugar a dudas una frecuentación por parte de fenicios procedentes de Tiro al menos desde finales del siglo X y comienzos del IX a. C, si nos atenemos a la información de los materiales cerámicos. De 7.936 fragmentos de cerámica revisados, 3.233 pertenecen a vasos de tradición fenicia (platos, cuencos, lucernas, jarros, ánforas, etc.) de los que los elementos más consistentes para establecer la antigüedad de la presencia de fenicios en Huelva son un conjunto de once ánforas del tipo 12 de Tiro (Bikai) y, quizás, un probable jarro del tipo 9 y tres “spouted jug”, 4.703 a vasos de tradición indígena, 33 a griegos, 30 a sardos, 8 a chipriotas y 2 a villanovianos.

Entre las cerámicas griegas, destacan 9 vasos adscritos al Geométrico Medio II ático –c. 800 a 770/760 a.C.- (2 cántaros, 2 escifos, 3 cántaros o escifos, un jarro y un asa) y 21 al Subprotogeométrico Eubeo-cicládico (2 escifos con semicírculos colgantes, 15 platos con semicírculos colgantes y, más dudosos, un alabastrón, una tapadera, un jarro y un asa). De estos, los más antiguos podrían ser algunos platos que A. Nitsche adscribe al Subprotogeométrico I-II (c. 900-850 a.C.). Una inscripción (la nº 2) sobre la superficie externa del cuerpo de un ánfora ha podido ser fechada, por sus paralelos con un ostracón hallado en Israel, en los siglos XI-X a. C. Junto a las cerámicas, destacan, además, los restos de trabajo de marfil, madera, hueso, ágata y trabajos metalúrgicos de plata, hierro y cobre presentes en las escorias, crisoles, hornos, moldes de fundición, y piezas acabadas encontradas, además de algunos vestigios de actividades agropecuarias.

Igualmente interesantes resultan las determinaciones de fechas calibradas de C 14 en el mismo contexto. A tal respecto, cabe señalar una presencia fenicia en el lugar en la primera mitad del siglo IX a. C, si bien es posible que ésta fuera incluso anterior ya que existe al menos una fecha que se remonta al 980/890 a. C. con un 60% de probabilidad . A. Mederos considera por su parte “la presencia provisionalmente de cuatro posibles fases, Huelva 1a-Tiro 14, ca. 1015-975 AC; Huelva 1b-Tiro 13, ca. 975-960 AC; Huelva 2a-Tiro 10b y 10a, ca. 930-920 AC; y Huelva 2b-Tiro 7 y 6, ca. 875-825 AC. Una posibilidad alternativa sería unificar el material de Huelva 1a-b y Tiro 13 ca. 975-960 AC y Huelva 2a-b y Tiro 7-6 ca. 875-825 AC., por la presencia de formas cerámicas ya menos frecuentes en estratos más modernos, lo que implicaría la presencia de dos grandes fases”.

Por otra parte, las dataciones radiocarbónicas obtenidas recientemente en la fase fundacional de El Carambolo alto (Camas, Sevilla), que sus excavadores identifican muy probablemente con un santuario fenicio de Melkart y Astarté, indican un intervalo entre 1200 y 810 a. C al 95, 4% de probabilidad y con el 68,2% en el intervalo 930-830 a. C.

Estos hallazgos sitúan en una nueva perspectiva otros anteriores, como el famoso depósito de la Ría de Huelva cuya datación por calibraciones de C 14 aporta una datación absoluta hacia 1000-950 a. C., y vienen a señalar que muy probablemente, y al contrario de lo que se ha defendido en muchas ocasiones, la expansión fenicia no siguió una pauta de avances progresivos en los que los fenicios de Tiro irían consolidando posiciones en Chipre, primero, para luego pasar a Rodas y el Egeo, de ahí alcanzar el Mediterráneo Central (Sicilia, N. Africa, Cerdeña) lo que les permitiría, por fin, llegar al lejano Occidente. Por el contrario, parece que el viaje de Melkart a los Confines del Mundo se hizo de una vez.

La cronología de los materiales de Huelva, que de una manera muy prudente se ha situado a finales del siglo X y comienzos del IX para los comienzos de la presencia fenicia en el lugar, es la más antigua por ahora en la Península Ibérica y, aunque, a diferencia de las fuentes literarias, el corpus de los documentos arqueológicos permanece abierto, por lo que no hay que descartar nuevos hallazgos, hoy por hoy, la presencia de tirios en Huelva es la más temprana documentada en el lejano Occidente hasta el momento.

Además, la cronología fenicia está siendo sometida a una revisión reciente, como la realizada por M. Torres y A. Mederos, mientras que para el caso concreto que nos ocupa se ha señalado oportunamente que se puede estar trabajando con una cronología demasiado baja para la cerámica geométrica griega, que afecta a la datación de la cerámica fenicia tanto en Huelva, como en el Mediterráneo occidental , por lo que no hay que descartar que la presencia fenicia en Huelva se remonte a mediados del siglo X a. C. Si esto fuera así, las dataciones arqueológicas estarían confirmando los viajes a Occidente de las “naves de Tarsis” en época de Hiram I.

No menos interesante resulta el que las investigaciones arqueológicas hayan confirmado, sin ningún genero de dudas, la antigüedad de la misma Tiro, donde los niveles más antiguos muestras restos, muros incluidos, de una ocupación permanente durante el Bronce Antiguo desde mediados del tercer milenio, de acuerdo con la propia tradición fenicia preservada por los sacerdotes del templo de Melkart que remonta su fundación al 2750 a C.. Respecto a Cartago, cuya fecha de fundación se sitúa según los textos antiguos en torno al 814 a. C., las recientes dataciones de C14 procedentes de los niveles arqueológicos más antiguos proporcionan fechas del 850-795 a. C. con un 90% de probabilidad.

Como vemos en estos tres casos, Tiro, Cartago, Huelva, los resultados de los trabajos arqueológicos han confirmado finalmente las fechas que recogen las tradiciones literarias conservadas desde la Antigüedad, lo que revaloriza de una manera extraordinaria los cómputos cronológicos realizados a la sazón y debe, al mismo tiempo, hacernos ser cautos a la hora de juzgar las informaciones que contienen los textos antiguos ante los ejemplos conocidos de silencio arqueológico.



Como conclusión.
Finalmente, parece bastante claro que los recientes hallazgos de Huelva permiten contemplar de otra manera el problema de la fecha de la fundación de Gadir, o lo que es lo mismo, de la llegada de Malkart a los confines del mundo. En mi opinión, constituyen una prueba más a las ya esgrimidas en el debate sobre la veracidad de los hechos que narra el texto de Posidonio-Estrabón y nos permite situar los recientes descubrimientos de la arqueología onubense en un contexto histórico, que no es otro que el de las consecuencias de las primeras navegaciones fenicias hacia el lejano Occidente. Esto nos permite suponer, puesto que en aquel relato se dice que el intento de establecerse cerca de Onoba resultó fallido y que, finalmente tras una tercera expedición se fundó Gadir, que, si hacemos caso de la tradición, su presencia en Huelva desde finales del siglo X a. C., si no antes, se hace posible, finalmente, gracias a la existencia de Gadir y su templo de Melkart, lo que necesariamente implica para esta última una fecha que tiene que ser anterior.

Consideremos, por tanto, que si el primer intento de los tirios de establecerse en Huelva, en una situación típicamente precolonial, como es elegir una isla cercana a la costa, no prosperó, lo que finalmente supone que se funde Gadir al cabo de una tercera expedición, entonces, la presencia tiria documentada ahora por los recientes hallazgos arqueológicos en Huelva es necesariamente posterior. O hacemos caso omiso al relato de Posidonio/Estrabón. Pero, una vez visto como la investigación arqueológica ha venido a confirmar la autenticidad del texto de Herodoto sobre los orígenes de la propia Tiro ¿existe mucho fundamento para ello?.


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