Fenicios y cartagineses en Ibiza

Ibiza constituye, con Formentera, las Pityussae insulae, un grupo independiente con respecto a Mallorca y Menorca, las Baliares o Gymnesiae. Es mencionada abundantemente en las fuentes literarias antiguas con diversas variantes: Ebusos, Ebusus, Ebussos, Ebesos y Hebusos. Según Diodoro de Sicilia (V, 16, 2-3), los cartagineses habían fundado una colonia en Ibiza en el año 653 a. C., cuando Cartago aún no había establecido una presencia comercial de cierto alcance en las mucho más cercanas Sicilia y Cerdeña.

“....hay una isla llamada Pitiusa que recibe esta denominación por la gran cantidad de pinos que crecen en ella. Se encuentra en medio del mar y dista de las Columnas de Heracles una travesía de tres días y otras tantas noches, de Libia un día y una noche, desde Iberia un sólo día. En cuanto a extensión es casi igual a Córcira. Aunque es de moderada fertilidad, tiene, no obstante, una pequeña comarca con viñas y olivos injertados en acebuches. Dicen que, de sus productos, destacan las lanas por su suavidad. La entrecortan campos y colinas y tiene una ciudad que se llama Ebussus, colonia de los cartagineses. Tiene también importantes puertos y considerables murallas y un gran número de casas bien construidas. La habitan toda clase de bárbaros, pero los más numerosos son los fenicios. Su fundación tuvo lugar ciento sesenta años después que la de Cartago”.

Durante mucho tiempo se consideró cierta esta noticia. Es preciso destacar que en su libro sobre las islas, Diodoro apenas da datos cronológicos concretos y en este caso constituye una de las pocas excepciones que han hecho pensar que su narración depende en este punto de una fuente bien informada, que podría ser Timeo. Como ha observado muy bien P. Barceló en este texto de Diodoro hay referencias a dos situaciones distintas en el tiempo, y así dice que es una colonia de los cartagineses, pero que estaba habitada por los fenicios originalmente, lo que precisamente han venido a confirmar los datos arqueológicos.

Efectivamente, nuevo hallazgos y excavaciones, asi como una nueva valoración de los datos procedentes de las antiguas han venido a confirman la antigüedad de la fundación, aunque no su carácter cartaginés. Los descubrimientos arqueológicos han confirmado la existencia de una temprana presencia arcaica fenicia en Ibiza, en sitios como Sa Caleta, la bahía de Ibiza, y en la necrópolis de Puig des Molins, que por el tipo de materiales encontrados parece más vinculada a la población de los asentamientos fenicios occidentales que a la propia Cartago.

La isla podría haber pasado así, de ser un punto de apoyo a la navegación, a convertirse en zona de explotación de los recursos locales, con el fin de dinamizar los intercambios con las poblaciones próximas del Levante o Cataluña, donde se encuentra igualmente documentada la presencia del comercio fenicio. La constatación en Ibiza de los típicos contenedores fenicios occidentales de ésta época, las ánforas fenicias arcaicas tipo R-1, sugiere una estrecha conexión de Ibiza con las actividades de los colonizadores fenicios occidentales. Hasta se ha sugerido la posible fundación del asentamiento de Sa Caleta por los fenicios establecidos en la desembocadura del Segura, donde, para esta época, La Fonteta es una próspera ciudad fenicia.

Hay que tener en cuenta que se trataba, en definitiva, de un sistema caracterizado por la máxima aproximación posible de los centros en que se elaboran las manufacturas y los otros productos de intercambio a los lugares en que éste se llevaba a cabo, a fin de incrementar los beneficios obtenidos de las transacciones, planificadas y tuteladas por la administración colonial desde los santuarios de Melkart, lo que no se lograba mediante una política de precios, sino eliminado en la mayor medida posible las distancias intermedias. Si desde La Fonteta, como todo parece indicar, se generaban los intercambios con las comunidades autóctonas que visualizamos arqueológicamente en la Sierra de Crevillente (La Peña Negra), el aumento de tales transacciones podía convertir en rentable la búsqueda de un lugar cercano, como Ibiza, que permitiera impulsar la mencionada estrategia.

Sa Caleta, un asentamiento dedicado a la extracción de galena argentifera, sorprende por su urbanística improvisada y arcaizante con un sistema basado en la yuxtaposición de estancias sin ningún genero de orden en cuanto a la orientación con respecto a sí mismas y a los puntos cardinales, separadas entre sí por espacios, en ocasiones exiguos, comprendidos entre las distintas construcciones, dando lugar a estrechas calles de orientación variada y pequeñas plazas de plan irregular y superficies variables. Este asentamiento tuvo una corta vida, lo que algunos interpretan como un abandono en favor de la mejor posición que presentaba Ebussus, mientras que otros consideran a ambas coetáneas.

El sector arcaico de la necrópolis de Puig des Molins plantea algunos problemas. El tipo de sepulturas, un pequeño hoyo excavado en el suelo o una hoquedad natural de éste, el rito de incineración y la propia tipología de las urnas cinerarias, aunque presentes en otros lugares fenicios del Mediterráneo, como en Motia o en la misma Cartago, son aún desconocidos en las necrópolis fenicias occidentales del litoral de la Península Ibérica, como Cádiz, Trayamar o Almuñecar, aunque es posible que aún no se hayan descubierto este tipo de tumbas en la región. Sin embargo constituye una replica casi exacta del paisaje funerario de lagunas necrópolis “orientalizantes” del interior de Andalucía, como Cruz del Negro. Como no parece muy razonable atribuir su presencia en la Ibiza arcaica a una colonización tartésica procedente de la Península, habrá que convenir, a la inversa, que su presencia en algunas necrópolis consideradas tartésicas obedece, en realidad, a grupos de población fenicia.

En el primer cuarto del siglo VI a. C Sa Caleta se abandona y se produce una restructuración integral de la población, con el consiguiente crecimiento del asentamiento del Puig de Vila, dominando la bahía de Ibiza y donde no sólo disponían del mejor puerto de la isla, sino de un entorno cercano propicio para la explotación agrícola. En el Puig des Molins aparecen durante la primera mitad del siglo VI a. C. diferencias significativas que atañen tanto al tipo de sepultura, con la aparición cada vez más numerosa de fosas, como a los rituales, con prácticas más elaboradas que incluyen la ofrenda de un animal, la colocación de una lucerna sobre las brasas ardientes, rotura ritual de vajilla y libaciones. También hay diferencias en los ajuares, desde las tumbas más pobres, sin ningún ajuar o con una sola ampolla de aceite perfumado a las más ricas que pueden contener un kantharos de buchero etrusco. Todo parece indicar que se está produciendo una cierta diferenciación social en el seno de la comunidad originaria.

A partir del segundo cuarto del siglo VI a. C. Ebussus parece estar en condiciones de exportar algunos de sus excedentes, aunque aún no sabemos en que cantidad, como testimonia la distribución de las ánforas de tipo PE-10, cuya producvión local está fuera de toda duda, en Levante y Cataluña, que a partir de ahora se convertiran en destinatarios privilegiados del comercio fenicio procedente de Ibiza. Así mismo están presentes ya los contactos con el área fenicia del Mediterráneo central en la forma de ánforas opboides, ampollas globulares y algunas cerámicas comunes, como los vasos globulares con dos pequelñas asas sobre el hombro. Materiales de procedencia etrusca, y griega, aunque en un número muy pequeño, asi como otros egipcios, mucho más numeroso, de entre los que destacan los escarabeos y los vasos de fayenza, completan este panorama.

Con todo, no debería ponerse totalmente en entredicho la noticia de Diodoro. Para aquellas fechas el registro arqueológico de Cartago no se distingue aún tan netamente, como sucederá algo más adelante, del de los restantes establecimientos fenicios occidentales, ni es lo suficientemente amplio. Así mismo, una colonización conjunta procedente de grupos de fenicios orietales y de la misma Cartago en tiempos, no lo olvidemos, de las invasiones asirias es perfectamente plausible, sobre todo a la luz de los datos procedentes de la necrópolis arcaica de Puis des Molins. Otra opción sería considerar que Ibiza fuese fundada desde algún asentamiento occidental, Gadir por ejemplo, a fin de impulsar la penetración del comercio fenicio en levante, utilizando para ello fenicios llegados de Oriente que previamente habían alcanzado Cartago, donde tal vez no pudieron permanecer debido a la saturación demográfica causada por la llegada de refugiados orientales. Hay aún una tercera opción. Ibiza habría sido fundada por fenicios occidentales y hacia finales del siglo VI o comienzos del V a. C habría recibido un contgingente de colonos púnicos que incrementaría notablemente la población existente.

En cualquier caso, existen indicios de un fuerte aumento de la población en la isla, en el enorme crecimiento de la extensión de las necrópolis, que se agudiza en torno a la mitad del siglo V. a. C. coincidendo con la plena ocupación de ésta, lo que supone una colonización agricola de su interior con la aparición de toda una serie de pèqueños asentamientos rurales. Coincide también la introducción de formas cerámicas netamente púnicas en el repertorio de la producción local, así como de terracotas con paralelos exclusivos en Cartago y el Mediterráneo central, que indican unas prácticas religiosas de origen púnico, del rito funerario de la inhumación, y de un tipo de tumbas, como son algunos de los hipogeos más antiguos, que desde la segunda mitad del siglo VI a- C., formando una agrupación claramente individualizada en la periferia de la necrópolis arcaica de incinerarción, sugieren la presencia de un grupo humano distinto. Entre los ajures de estos hipogeos destaca la presencia de rasuradores o navajas de afeitar, campanillas de bronce, cuentas de collar de pasta de diversos colores, y cerámicas claras sin engobe rojo, como pequeños cuencos, platos de ala ancha y lucernas.

Estos materiales están presentes también en la necrópolis de Can Partit, donde subsiste el rito de la incineración, desde finales del siglo VI y comienzos del V a. C., confirmando la hipótesis de la presencia de grupos de población diversos. También por esta epoca se produciria la fundación del santuario de Illa Plana, en la bahía de Ibiza, que algunos autores han puesto en relación con el culto a Tanit, y cuyos materiales, los ex voto, presentan claros paralelos con Motia, Tharros, Nora, Sulcis, Monte Sira y, sobre todo, con Cartago, sobre un islote sagrado que, en opinión de E. Hachuel y V. Mari, habría sido previamente frecuentado por los fenicios.

Ibiza contó con dos grandes santuarios: Isla Plana y la cueva de Es Cuyram. El primero, en una isleta, hoy península, en el centro de la bahía, paso obligado de los navegantes que llegaban a Ibiza. Descubierto en 1907, ha dado gran número de terracotas votivas halladas en un pozo o recinto sacro, figuritas orantes de uno y otro sexo de aspecto algo grotesco, ofrecidas por los devotos desde el s. VI, a intervalos regulares de tiempo, Seguramente es uno de los lugares de culto más arcaicos de la isla.

El santuario rupestre y alejado de Es Cuyram se usó entre los ss. IV y II a. C. y en su gruta se han hallado centenares de terracotas votivas, en su mayoría femeninas, junto a abundantes cenizas y huesos pertenecientes a ofrendas de animales y algunas inscripciones en bronce. El ritual religioso, que parece implicar la remoción de las ofrendas por los sacerdotes, dificulta establecer cronologías relativas. Se han hallado ya más de 600 estatuillas enteras policromadas y fragmentos de otras tantas, cerámicas, figuritas de marfil y de bronce. Las más representativas son figurillas de arcilla de un busto femenino con dos grandes alas que le cubren el pecho y delimitan símbolos como el loto, el creciente o el disco solar: se trata de la Tanit alada, símbolo de vida y protección, divinidad principal del panteón cartaginés.



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